Fui
de vacaciones a Combarbalá, entre cerros, cerca de Salamanca, donde se dice que
habitan los brujos.
Una
noche nos encontrábamos alrededor de un brasero conversando y tomando mate de
leche. Se escuchó el grito de un pájaro no conocido, alguien dijo: Silencio,
ese es un túe túe, no hay que hablar ya que ellos escuchan todo. Como yo no
creía le grité:¡ Te invito a tomar una mate de leche conmigo!, todos los
presentes quedaron mudos, esa noche nos acostamos tarde y se olvidó lo pasado.
Al
día siguiente, en el mate de la tarde, llamó a la puerta un caballero entre
cincuenta y sesenta años, salí a atenderlo y dijó: Vengo a tomar mate de leche
con usted, anoche me hizo la invitación. La verdad quedé de una pieza, me
repuse y lo hice pasar a la casa, ofreciéndole asiento, llamé a las otras
personas y le dije a mi prima, ceba un mate para mi invitado, a lo que él contestó:
no, usted lo hará, usted me lo ofreció., el primero será para usted y el
segundo para mí, uno cada uno.
Después
de tomar su mate, me dí vuelta para preparar el mío, y al volver la cabeza mi
invitado no estaba.
Marta
Guzmán
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